José Antonio Labordeta nos recuerda que Villarluengo es el primer pueblo de pertenencia plena al Maestrazgo. Su larga historia la podemos intuir al acercarnos y ver sobre un promontorio rocoso la antigua muralla medieval. Esa simple y sólida estampa nos relata cómo todo este territorio fue conquistado por Alfonso II el Casto a finales del siglo XII. Desde ese momento, todas estas tierras estuvieron estrechamente ligadas a las órdenes militares.
Además de la bucólica historia medieval, Villarluengo tiene mucho que contarnos. Por ejemplo, sobre la dura, aislada y austera vida de los masoveros. Son numerosas las masías fortificadas en el término de este municipio. En ellas han vivido durante generaciones sus gentes autosuficientes, definidos por el poeta caminante como “mitad cazadores, mitad pastores”.
Generación tras generación han sufrido los avatares de la historia y tuvieron que aprender a defenderse y convivir en plena zona de guerrillas. Gracias a esta lucha por sobrevivir, han aprendido a ver el valor de lo rutinario, alcanzando un equilibrio entre la ganadería y el paisaje, junto a la preservación de su patrimonio cultural, como el conocido baile del Reinau.


En este municipio hay numerosos monumentos de interés, como el Convento de Montesanto, el Trinquete o el conjunto de fuente y lavadero datado en 1806. También podemos encontrar rincones y panorámicas curiosas como el Balcón de los Forasteros, junto al Centro de Interpretación de los Monumentos Naturales del Maestrazgo de la Red Natural de Aragón.
De especial interés son Las Fábricas. Con ellas nos trasladamos a una época floreciente de Villarluengo, ya que allí se instaló en 1789 la primera fábrica de papel de Aragón y de papel continuo de España. Llegaron a suministrar papel moneda al Ministerio de Hacienda español. Pero nada es para siempre, y con el tiempo cambió, convirtiéndose en fábrica textil de la mano de la familia Bonet. Esto fue posible gracias a que esta localidad fue la segunda en toda la provincia en tener luz corriente. La primera, como era de esperar, fue la capital.
La mejor manera de mantener vivo el patrimonio es dándole un uso que permita convivir con la estructura primigenia. Por eso, en la actualidad podemos ver los edificios que configuran el núcleo original de las fábricas de papel en perfecto estado. En la segunda fábrica encontramos El Hostal de las Truchas, un punto obligado si quieres comenzar la Ruta del Maestrazgo y Labordeta, ya que en él te entregarán el pasaporte y podrás obtener el primer sello.
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