Cobijado entre riscos se encuentra Pitarque, un enclave con un doble interés: el propio municipio y el entorno natural. Las formaciones geológicas que lo envuelven poseen una belleza tan imponente que le ha hecho merecedor de la denominación Monumento Natural. Uno de los principales atractivos por donde perderse caminando y sintiendo este enclave es el nacimiento del río Pitarque.
Y entre los riscos de Peñarrubia y Peña de la Virgen se encuentra el municipio, cuya historia se remonta a los íberos. Paseando por sus calles descubrimos huellas del pasado. Como al caminar por la Calle Baja, ubicada donde lo estuvo la acequia de origen árabe, flanqueada por sendas colinas, muelas rocosas en las que hay asentados varios miradores.


En el interior de Pitarque hay muchas cosas que ver. Un ejemplo es la Iglesia de Santa María la Mayor, cuyos cimientos corresponden a un antiguo alcázar árabe. Y no podemos descartar los hermosos ejemplos de arquitectura rural, como la Herrería. Construida a mediados del siglo XIX y activa hasta 1970, todavía guarda la impronta de la vida que palpitó en su interior, hasta casi poder escuchar el eco del herrero golpeando con afán el yunque para dar forma al metal al calor de la fragua.
Proseguimos el camino, dejando atrás este municipio que, según percibió Labordeta, “está recogido sobre sí mismo para defenderse del clima y de la estructura geográfica que lo rodea”.
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